Reencuentro y legado


Mis compañeros y mis maestros de séptimo grado

Este texto fue escrito hace un tiempo. Siempre creímos que las experiencias personales aportan. Pero en este caso la creíamos “muy personal” y por eso nunca había sido publicada. En las últimas horas apareció en escena el concepto de “eternidad" y "legado” por lo que nos pareció pertinente su publicación. Una sola advertencia: está escrito en primera persona porque es producto de “algo particular”: “Algo que me pasó. Algo que me hizo pensar. Algo que yo expreso”… Aquí el texto.

Hace un tiempo tuve la hermosa oportunidad, treinta años después, de reencontrarme con mis compañeros de escuela primaria. Más “viejos”, más “pelados”, más “gordos”, tuvimos la oportunidad de intercambiar logros personales, muchos de ellos desconocidos por “el otro”, de los años en que se nuestros caminos se separaron… Entre fotos de hijos pequeños y grandes, esposas (porque no divorcios), vocaciones desarrolladas y frustradas, reflotaron rápidamente el recuerdo de un “tiempo compartido”, en un “espacio común”, con “reglas bien definidas”: Escuela N°21 Distrito Escolar 3°, “Carlos Pellegrini”, allí en Entre Ríos y Cochabamba, en el barrio de San Cristóbal… Y los recuerdos fueron brotando: desde la interminable lista de apodos (“astronauta”, “negro”, “cuatrojos”, "pelado", etc) hasta anécdotas comunes escolares y extraescolares, algunas de las cuales el tiempo se empeñaba en desvanecerlas de nuestra memoria: “Te acordás cuando…”
Pero lo más fuerte para mí de esa reunión fue reparar sobre el nivel de “sociedad integrada” en la que vivíamos durante esos años en nuestra escuela (¿sólo allí?). Algunos dirán que la institución escuela respondía más al mandato fundacional de “homogeneización de lo diverso” y “normalización de lo diferente” que al de "integración" tal como lo pensamos hoy. No obstante re-encontrarme con el hijo del verdulero, el hijo del portero de edificios, el hijo del juez, el hijo del policía, el hijo de la modista o el hijo del gerente del banco del barrio, entre otros, generó en mí y por primera vez, sentir en primera persona la multiplicidad social que nutría nuestra escuela pública urbana primaria hasta hace algunos años y que había leído durante parte mi formación en el profesorado y la Universidad. Casi un "trabajo de campo"... “Nadie ignora que en América Latina, el pasaje a un nuevo tipo societal ha conllevado una fuerte transformación de las pautas de integración y exclusión social, proceso que ha acentuado las desigualdades sociales preexistentes y el aumento de las distancias sociales” dice Maristella Svampa en el inicio de su ponencia en el “Coloquio Latinoamérica - Países abiertos, ciudades cerradas”, en la Universidad de Guadalajara en junio de 2002.
Y algunos números sobre estos cambios parecen mostrar cierta contundencia… La educación pública en Argentina no logra lo que parece haber logrado el fútbol: ser "para todos”. Tres de cada cuatro alumnos estatales pertenecen al tercio más pobre de la población. Del 20% más pobre de la población, 9 de cada 10 van a la escuela pública. Del 20% más rico, 1 de cada 7. En 1997 el 24% de los chicos de los sectores medios, medios altos y altos iba a escuelas públicas. Trece años después, en 2010, encontrábamos que ese número había descendido al 15%. Entre 2003 y 2006, en apenas tres años de gobierno kirchnerista, 800 mil chicos y jóvenes pasaron del sector público al privado. Lo peor es que, ese “drenaje”, no se ha cortado, aunque la tendencia indicaría que podría haberse estabilizado. La implementación de la Asignación Universal por Hijo, con la incorporación de un número, no muy bien definido, de chicos a la escolarización, habría amortiguado esa tendencia a partir del año 2010. Aún así, estas y otras acciones no habrían movido en nada la consolidada tendencia a la desintegración y fuerte segmentación del sistema. Hasta acá lo cuantitativo.
Pero más allá de los irrebatibles números, observando la actual escuela pública urbana (en las que me ha tocado trabajar o a las que concurren mis hijas) y comparándola con la de mis tiempos, presiento que, en ese entonces, quienes formaban parte del sistema educativo tenían bastante claro (empírica o intuitivamente) cual era la finalidad política de la educación y consideraban a la mixtura social, un bien pedagógico en sí mismo. Y en ese contexto, mis compañeros y yo sabíamos que el sistema de educación pública era nuestro lugar: la escuela pública era la mejor y nuestra primera opción. Aunque yo fuera el hijo de un empleado administrativo y él, el hijo de la señora que trabajaba por horas (ayudaba a mi mamá a limpiar mi casa mientras nosotros completábamos “tarea” o jugábamos) "todo" estaba preparado para que ambos percibiéramos que un futuro común y mejor era alcanzable, siempre necesitando del “otro”… Eso que algunos llaman “movilidad social ascendente”. Algunos dirán "meritocrática" pero esperanzadora. En síntesis muchas evidencias de que la escuela no jugaba sola ese rol...
Fue así que terminada esa maravillosa noche de reencuentro aparecieron en mi cabeza las imágenes de la intensa, inmensa y prolífica investigación e implementación de políticas que en estos últimos años buscaron (y siguen buscando) generar mayor equidad e inclusión social desde el ámbito de la educación… Políticas generalmente centradas en la ruptura de la tradicional cultura escolar, con el objetivo puesto en diseñar instituciones que desafíen las necesidades de un mundo más diverso, que respeten las diferencias en la construcción de más y mejor ciudadanía…

¿Han tenido impacto esas políticas? Me lo pregunto (es posible que alguien se enoje por esto) no por descreer a priori de ellas, sino por comprobar la existencia de instituciones cada vez “menos diversas”, con actores cada vez más “iguales entre sí”... Configuraciones y diferencias que se dan no solo entre lo público y lo privado sino al interior de cada uno de estos subsistemas…  Así las cosas hoy... Un complicado legado que le dejaremos a nuestros hijos y nietos en un complejo mundo y país con sociedades probablemente incapaces para revertir estos procesos… El presente y el pasado (también el cercano) es parte de ese legado con sus virtudes pero también con sus errores, algunos de los cuáles nos resistimos a corregir... Tenemos en claro que sin intervenciones que rectifiquen este presente ese legado se convertirá seguramente en una deuda eterna, difícil de cancelar. Intervenir en esta realidad no debe, ni puede esperar… Sin dudas la escuela pública urbana (transformada) es uno de los tantos "lugares de la realidad” donde empezar. Pero, hay algo todavía mucho más claro: no es la única que requiere de verdaderas transformaciones…

Comentarios

  1. Entiendo que eres al igual que yo docente. Hablar de educación hoy y más compararla con épocas pasadas, es un tema donde podríamos charlar, intercambiar un buen rato. Lo que si coincido es que hoy las escuelas públicas, no son las de antes. Pues como dices, casi no existían las privadas, la gran mayoría íbamos a las escuelas públicas. Muy orgullosa de ello, soy una real defensora de estas.
    Hay varios factores que han acrecentado el traspaso de alumnos de escuelas públicas a privadas, el que me parece más a incidido: la cantidad de paros, 2do., no generalizo, pero hay escuelas donde los docentes no se comprometen...
    3er, en algunos casos, hay escuelas privadas donde los padres mandan, así se aseguran que sus hijos aprueben, un tema.
    Hay muchísimos factores, pero creo que uno no debemos obviar: la responsabilidad de los padres, se necesita con urgencia. Los jóvenes de hoy, no son los de antes, tienen otras ideas, al igual que sus padres. Creo fundamental, que si los padres apoyasen a sus hijos en la educación, sería muy distinto a lo que hoy se ve en los colegios.

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  2. Coincido en que no hay que generalizar y existen docentes que se comprometen demasiado, otros poco, y otros nada con la institución en la que trabajan.
    Más allá de las exigencias hacia el rol docente que construye como puede día a día habría que crear espacios en los que los padres sí o sí se acerquen a la escuela y no solamente a fin de año a retirar un boletín que de esos hay muchos...

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