Docentes "formalizados" en Educación No Formal: Beneficios ¿Para quién?

Siguiendo con la línea planteada en el anterior post nos metemos en la “falla de origen” o la “equivocación” del segundo de los proyectos aprobados por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como ya adelantamos, pocos logran entender que el principal problema no es la falta de normativa en algunos asuntos: el principal problema es la “falta de una política educativa en la cual se inscriban” esas normas que pretenden aprobarse, con la falsa creencia de que la sola creación de las normas devienen, por sí y mágicamente, en “políticas públicas”.

Decíamos en esa nota que el jueves 29 de noviembre la Legislatura convirtió en ley dos expedientes que proponen reformas en la regulación laboral de maestros y profesores porteños. El primero ya descripto y analizado en el post anterior propone la creación del cargo de Asistente de Comedor para escuelas primarias. El otro proyecto es el de crear un marco normativo para regular el funcionamiento de la oferta educativa del sistema público de Educación No Formal en nuestra ciudad. Para los que no la conocen aquí un pequeño video

Una oferta que suma más de 600 cursos, talleres y actividades comunitarias que funcionan en diversos horarios, aunque en su mayoría son vespertinos (de 18 a 21). Sus actividades educativas se complementan con acciones de articulación con organizaciones locales y se proyectan favoreciendo espacios de participación que permiten construir identidades barriales.
Volviendo a la ley, lo primero que muestra es que no es verdad que ésta ofrezca un marco normativo para regular la Educación No Formal. Sí, en cambio, lo que crea es una regulación de la actividad laboral de sus docentes. Un título más que ambicioso para una norma que resulta de menos alcance que la prometida en su título. Como en la mayoría de los casos de las normas presentadas y aprobadas en los últimos tiempos, busca dar estabilidad en el cargo a los docentes.
Pero lo más paradigmático es (aquí encontramos una primera “falla de origen”) que la regulación y más precisamente la “estabilidad en el cargo” se funda en la “flexibilidad y en la necesidad de dar respuestas a demandas concretas” (uno de los considerandos de la norma), que no están cubiertas por ninguna figura prevista en la educación formal: trabajar en espacios de intervención, explotar innovaciones y dar respuestas al cambio social. En otras palabras: la educación no formal acompaña la demanda de la sociedad. Así tomado, entonces, pareciera no ser lo mejor, definir regulaciones laborales para los todos los docentes, tal como plantea el propio proyecto, “equiparándolos en el trato, a aquellos que cumplen funciones docentes de educación formal”. Dos rápidos ejemplos para pensar esto último:
          a.- Si el conocimiento de un “docente de no formal” deja de ser socialmente “relevante” y deja de haber demanda sobre lo que enseña ¿Qué hacemos con ese docente de “planta permanente”? ¿Lo dejamos disponible y el Estado le sigue pagando mientras lo “reciclamos” con el fin de reubicarlo para que pueda seguir enseñando alguna otra cosa?
          b.- Si paralelamente surgen nuevas demandas sociales en otra área y no tenemos en esa planta permanente docentes para cubrirla ¿”Reciclamos” docentes de otras áreas menos relevantes socialmente con el fin de dar satisfacción a esa nueva demanda? ¿Creamos cargos de planta permanente para esa nueva demanda sabiendo que en un tiempo X pasará lo mismo que en el caso a.)?
Entonces, si la educación no formal es “el conjunto de procesos, medios e instituciones específicas, y diseñadas en función de objetivos de formación e instrucción que no tienen directa vinculación con el sistema educativo reglado y oficial” (síntesis lograda de las diferentes definiciones que circulan en la actualidad) ¿Es lógico que todos los docentes de educación formen parte de una planta permanente equiparable a la de la educación formal?
Llama la atención que ni en el proyecto, ni el debate alrededor de su propuesta se haya puesto esfuerzo alguno en revisar el actual concepto de educación no formal que tiene como objetivo captar, describir e interpretar el rico espacio de experiencias educativas que se dan a lo largo de toda la vida de los individuos, desde que nacen hasta que mueren y que trasciende el espacio de la escuela; revisión que algunos especialistas vienen dando en los últimos años, que sin implicar la negación de la existencia de un espacio "más allá de la escuela", con su especificidad, significado y valor para la educación ciudadana intentan definir por la positiva este tipo de educación. El marco teórico desde donde se legisla parece haber quedado enclavado en lo que históricamente, el concepto de educación no formal logró definir a partir de los 60' y principios de los70', que en su momento logró hacer visible una amplia y creciente área de experiencias y prácticas educativas “más allá de escuela”, frente a la identificación de la crisis de la escuela como institución educativa, pero que 50 años vista pareciera quedar corta para explicar todo. Una definición por la negativa que ya no es nada feliz…
Tal como plantea la Dra. María Teresa Sirvent “la definición centrada en la negación de lo formal parecía configurar una contraposición con la rigidez y la jerarquización en la relación pedagógica propias de cierto modelo escolar. Sin embargo, en materia de didáctica debe reconocerse que así como la innovación no es exclusividad de las experiencias educativas más allá de la escuela, tampoco lo tradicional es exclusivo de la escuela”. Siguiendo estos mismos conceptos existen “otros señalamientos críticos” que alertan sobre el riesgo de su utilización para encubrir “una educación de segunda para los pobres”, un “efecto de simplificación y descalificación de la complejidad y especificidad de las experiencias más allá de la escuela que quedan simplemente reducidas a la negación de lo escolar”.
Como vemos, la complejidad va mucho más allá del “dentro o fuera” y lamentablemente, en esta ocasión, se ha desaprovechado una buena oportunidad para dar cauce a nuevas miradas, por el sólo hecho de dar rápida respuesta al supuesto problema del régimen laboral docente.
Como plantea la misma María Teresa Sirvent en las Memorias del Seminario de Educación No Formal realizado en Montevideo por UNESCO y el Ministerio de Educación de Uruguay existe la constante preocupación por una tendencia a la “formalización” de la educación no formal donde “la base de estas preocupaciones es la concepción de formalización a imagen y semejanza de la formalización escolar” (recordemos uno de los fundamentos del proyecto convertido en ley por la Legislatura). Así la experta, señala que “a partir de una concepción integral de lo educativo en término de Educación Permanente se puede introducir el concepto de 'grado o tipo de formalización', en reemplazo de la dicotomía conceptual formal/no-formal". Así, se asume la existencia de un “continuo de formalización” con una visión integral de lo educativo.
De esta manera, la noción de “grado o tipo de formalización” implica:
          •    entender el concepto de formalización como estructuración, organización, planificación de los aspectos de una experiencia educativa;
          •    considerar que esta formalización no necesariamente debe asumir una “forma” semejante a la Educación Formal;
          •    considerar que ninguna experiencia educativa entra en la clásica clasificación de “doble paquete”, formal/no-formal o en la mejorada de “triple paquete”, formal/no formal/informal;
          •    analizar cada experiencia teniendo en cuenta 3 dimensiones diferenciadas (la sociopolítica, la institucional y el espacio de enseñanza y aprendizaje), que pueden presentar cada una, diferentes “grados o tipos de formalización”.
El análisis del mayor o menor grado de formalización en cada una de estas dimensiones puede aplicarse a cualquier nivel y modalidad de lo educativo. Es evidente que la escuela tiene un alto grado de formalización en las 3 dimensiones. La especificidad de los fenómenos educativos más allá de la escuela reside en que una misma experiencia puede tener distintos grados de formalización en cada una de las 3 dimensiones.
Cerrando esta nota puede entonces buscar el lector (seguramente encontrará) diversos ejemplos de experiencias educativas (algunas de ellas ni parece que lo fueran) en los que coexiste una alta formalización en algunos aspectos y baja o media en otros. Elija una y con certeza, tras ese encuentro, le resultará difícil ubicar esa experiencia, considerada como un todo, en alguno de los compartimentos separados de la Educación Formal, Educación No Formal y Educación Informal, la tradicional clasificación tripartita. De allí la fertilidad de la noción de “grados o tipos de formalización” planteada por Sirvent, para la construcción teórico-empírica, para captar la complejidad del fenómeno educativo y, en particular, de estas experiencias educativas más allá de la escuela. En esa diversidad se observarán las distintas combinaciones posibles, pudiendo dar lugar a identificar distintos “tipos” de formalización.
Visto de esta manera ¿es bueno o malo entonces buscar equiparar a todos los que cumplen funciones docentes en “educación más allá de la escuela” (no formal) con aquellos que cumplen funciones docentes de “educación formal”? Si las experiencias son diversas, ¿Cuál es el beneficio o la pérdida de igualar los marcos laborales de los docentes? Estas, como otras cosas, no evaluadas a la hora de legislar… Una verdadera pena… Otra vez será…

Comentarios

  1. Deteniéndome simplemente Ed. no formal, en sus característica y en los docentes que se desempeñan enlabor,se puede deducir fácilmente quien o quienes se benefician.
    Dado que la Ed.no formal tiene como objetivo extender la acción pedagógica de una población que por uno u otro motivo no pudo concretar la Ed.formal y los docentes no requieren de un status profesional, pudiendo ser semiprofesionales o aficionados ya que los contenidos son funcionales y menos abstractos que la formal.A mi entender, todo lo mencionado conlleva a una DESINVERSIÓN en Ed.(Sueldos,recursos humanos, edilicios, etc.)La educación formal bien se podría suplantar por las nuevas tecnologías y el docente reemplazado por jóvenes dispuestos, quién te dice...Estela Salani.

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  2. este tema es de revisar con lupa y estar al tanto de esas políticas educativas .

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