Subsidios a la escuela privada ¿Y si salimos del par ordenado (ON, OFF)?
En Argentina, en los últimos años, cada vez que se
profundiza en el tema del financiamiento educativo arribamos a un punto
en que aparece en el debate el subsidio a la escuela privada. Si se llega allí seguramente nos empantanaremos en discusiones bizantinas,
muchas veces ideologizadas al extremo tal de saber qué se
defiende o qué se ataca... En estas pocas líneas, me prometí, no cometer el mismo
error…
Existen trabajos muy buenos para revisar el comportamiento de los subsidios a la escuela privada en Argentina y su impacto o no en el aumento de la demanda social al subsistema privado de Educación. Se pueden leer excelentes aportes de Mariano Narodowski o el trabajo realizado por Silvia Montoya para la Ciudad de Buenos Aires. Por lo tanto me parece ocioso seguir describiendo cosas que otros, y mucho mejor que yo, han estudiado a fondo.
Existen trabajos muy buenos para revisar el comportamiento de los subsidios a la escuela privada en Argentina y su impacto o no en el aumento de la demanda social al subsistema privado de Educación. Se pueden leer excelentes aportes de Mariano Narodowski o el trabajo realizado por Silvia Montoya para la Ciudad de Buenos Aires. Por lo tanto me parece ocioso seguir describiendo cosas que otros, y mucho mejor que yo, han estudiado a fondo.
Me interesa en estas poquísimas líneas intentar esbozar sí,
una propuesta que reoriente los criterios con los que el Estado canaliza estos
aportes. Hasta hoy tal como plantea muy bien Montoya el sistema de
aportes estatales a las escuelas públicas de gestión privada en la casi
totalidad de las jurisdicciones educativas de nuestro país abarca a los
establecimientos que cumplen con ciertos requisitos: los que cobran
aranceles y los que no los cobran. Para los primeros, “la contribución alcanzael total de los sueldos del personal directivo, docentes y docentes auxiliares,incluidas las cargas patronales”. Para el caso de las instituciones que cobran
aranceles pueden seguir cobrándolos si reciben aporte estatal, ”siempre querespeten los límites máximos a cobrar por arancel programático (lo curricular)”
establecidos por la autoridad de aplicación de cada jurisdicción, siempre según
el porcentaje de subsidio que reciban, liberando las propuestas
extracurriculares (aquello que transforma a esas escuelas en jornadas
extendidas en la gran mayoría de los casos).
En síntesis, para no dar muchas vueltas, lo que propongo es
mantener los actuales subsidios a la educación privada sólo para las escuelas que trabajen
en contextos de vulnerabilidad social o de altísima calidad en sus resultados. Dos
criterios diferentes pero que pueden ser compatibilizados: sector social al que se dirige el servicio educativo y diseño de la propuesta
de excelencia del servicio.
¿Cómo se lee ésto? La propuesta es quitar los actuales
aportes del Estado sólo a las escuelas privadas a las que concurren sectores
medios y altos manteniendo tal como están los subsidios que reciben las
escuelas de sectores pobres. ¿Pero sólo eso? No. Además y como forma de
promover calidad mantendría subsidios a escuelas privadas de nivel medio o alto
sólo para el caso de aquellas escuelas que tuvieran proyectos educativos de altísima
calidad, como una forma de reconocimiento del Estado y de una sociedad a esos
establecimientos y que, como contrapartida, aceptaran un cupo de vacantes para alumnos becados por el mismo subsidio, elegidos entre alumnos de escuelas públicas que aspiraran a ingresar a esos establecimientos privados y a través de mecanismos transparentes de selección.
En el primer caso, en el de mantenerse los subsidios para
escuelas de sectores pobres no pareciera haber necesidad de mucha discusión. Algunos
lo verán como un acto de justicia distributiva y una solución al déficit crónico
que mantiene el Estado como bien plantea Narodowski: el quite de subsidios en
esas escuelas produciría un escenario caótico donde ”las escuelas públicas delos barrios más carenciados van a tener que aceptar una demanda para la que noestán preparadas: más aulas y más escuelas para recibir a los que vienen de lasprivadas”. Y como mejor agrega “si bien una parte de este déficit podríafinanciarse con el ahorro de los subsidios, la inversión en edificios requeridaparece, al menos en principio, mayor a la de los ahorros por no subsidiar.Habrán de pasar varios años hasta que se construyan nuevas escuelas o seadquieran para el Estado las escuelas privadas que quedarían sin alumnos. Esposible que, al menos en los primeros años de esta solución, las escuelaspúblicas y los chicos de sectores demenores recursos vivan años angustiantes”.
Para el segundo criterio, el de premiar la calidad educativa,
elegí exponerlo a partir de una anécdota. Hace unos días, un amigo, empleado
administrativo, laburante de clase media empobrecida, que está en esa fuerte disyuntiva
familiar actual de “adónde mando al secundario” a su hijo que termina la
escuela primaria este año me decía: “Me encantaría que fuera a la escuela
técnica privada “X” pero no creo que pueda pagar la cuota. Él (por el hijo) es excelente
en diseño y esa escuela es reconocida como buena en ese área”. Más allá de “si
es tan así” lo que me afirmó mi amigo sobre su hijo y la escuela a la que
aspiraba ingresar, en principio pensé (sin decirle) dos cosas casi simultáneamente:
a) “¿por qué no elegís ’tal o cuál’ escuela pública?”; b) “¿Cuántos más no
accederían a esa “buena” escuela si el Estado retirara el actual subsidio, que
por cierto es de los más bajos? Pero inmediatamente borré la primera posible
respuesta y parte de la segunda. Y me surgió otro pensamiento “¿Qué bueno sería
que ese subsidio que recibe la escuela estuviese atado a que chicos como el
hijo de mi amigo accedieran a una beca completa o parcial por obtenida por mérito
durante su biografía escolar primaria? En definitiva estaríamos promoviendo excelencia
educativa y garantizando acceso a aquellos que no podrían hacerlo si no
fuera con ayuda de la sociedad… Estoy seguro que aquellas institución inscriptas en la lógica de la excelencia educativa se plegarían a esta iniciativa aún perdiendo el monopolio en la selección de su matrícula...
He aquí, ambos planteos como disparadores de un profundo debate... Otro más, de los que nos debemos en Educación...
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