Secundaria del futuro o Secundaria 2030

¿Estamos completamente seguros que es el futuro? Algunos elementos a considerar.

El Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha convocado a 17 escuelas de nivel secundario de la Ciudad (6 medias, 7 normales, 2 artísticas, 2 técnicas) para iniciar el próximo año una nueva reforma en la escuela secundaria denominada “La Secundaria del Futuro”. La misma se sumaría a otra reforma, la inconclusa “Nueva Escuela Secundaria” (NES), iniciativa del gobierno nacional, a la que la Ciudad adhirió en el año 2010 y que a la fecha presenta numerosos problemas de implementación: falta de espacios físicos, formación específica de algunos docentes y falta de evaluación de la propuesta.
Esta nueva iniciativa “La Secundaria del Futuro” asegura que integrará a la propuesta 42 escuelas en 2019, 42 en el 2020 y 42 en el 2021.
Lo primero importante a destacar es la necesidad de una real transformación, un cambio educativo que atraviese la escuela y especialmente la escuela secundaria. Modificaciones no sólo necesarias en nuestra ciudad.
En segundo término el anuncio de una reforma o modificación en varios aspectos del currículum de la escuela secundaria formulada como Secundaria del Futuro o Secundaria 2030 nos lleva a múltiples interrogantes como son cuál sociedad y que escuela tendremos en esa época, cómo será el futuro y su escuela o si será la escuela la institución educativa por excelencia del futuro.
Aún así, no hay dudas con relación a los múltiples desafíos educativos que afrontamos para el futuro y de lo relevantes, responsables y ambiciosos que deben ser las transformaciones para adecuarnos a una sociedad que demanda nuevos sentidos y direccionalidad de la educación, más allá de lo ambicioso de los títulos de las propuestas.
En tercer término, a las múltiples desigualdades que enfrenta la Ciudad de Buenos Aires esta propuesta aumentaría las diferencias entre los tipos de gestión estatal y privada ya que la propuesta sólo incluye a las escuelas de gestión estatal. Algo impensado en cualquier cambio en un sistema educativo.
Según el PDF de presentación de la reforma (hablamos de pdf porque se desconoce hasta el momento algún documento oficial que fundamente pedagógicamente la iniciativa) el objetivo no está centrado en el aprendizaje de contenidos, sino en el enfoque por capacidades necesarias para desenvolverse en la sociedad del futuro: resolución de problemas y toma de decisiones, pensamiento crítico, nuevo y adaptativo, inteligencia social, aprender a aprender, alfabetización informacional y digital... “Queremos que aprendan para comprender, que tengan la habilidad para pensar y actuar flexiblemente utilizando lo que saben” dicen las autoridades educativas de la Ciudad. Estas últimas aseveraciones fundamentaron todas las iniciativas de cambio en el secundario en las últimas décadas y muy especialmente en la “Nueva Escuela Secundaria”, por lo que desde esta perspectiva no habría nuevos enfoques de capacidades que deban desarrollar los alumnos.
La propuesta asegura que no habrá más asignaturas sueltas en compartimentos estancos, sino integradas en áreas de conocimiento: no se piensa en 12 asignaturas separadas sino en 4 áreas de conocimiento y se fijan metas de comprensión, conceptos claves y núcleos organizadores.
• Ciencias sociales y Humanidades: Historia, Geografía, Formación Ética y Ciudadana, Economía y Filosofía.
• Científico Tecnológico: Matemática, Biología, Educación Tecnológica, Física-Química, Tecnología de la Información.
• Comunicación y Expresión: Lengua y Literatura, Lenguas Adicionales, Educación Física, Arte
• Orientaciones
También se proponen cambios en los modos de enseñar eliminando las clases magistrales y reemplazando por trabajo “autónomo y colaborativo”. No habría más clases magistrales: el docente sería el que introduce los temas, los presenta. El docente sería un facilitador del conocimiento, un guía y un articulador de conceptos claves: 30% de clases donde el docente introduce los contenidos y 70% de trabajo autónomo y colaborativo donde el alumno aprende investigando, explorando y descubriendo sólo o en grupo, con los docentes como facilitadores y orientadores, mediados por la tecnología.
Sin embargo, no resulta muy novedoso, más allá de los porcentajes asignados para las tareas, la centralidad del alumno en los procesos, la incorporación de tecnología, la distribución de los tiempos escolares asignados en esta propuesta específica. Las nuevas tendencias y escuelas pedagógicas orientadas a la educación y, esencialmente la educación secundaria, propusieron algunos cambios en los modos de comprender e implementar políticas hace décadas y se basan en el rol protagónico del alumno en los procesos de aprendizaje y enseñanza, en el valor de la investigación y la exploración en la construcción del conocimiento como así también la importancia de la tecnología. En nuestro país, estos modelos han sido incorporados en los diseños curriculares de las carreras y acompañan la formación de nuestros docentes desde hace décadas.
Pero lo que sí resultaría toda una novedad es la eliminación de las doce materias promedio por año de la escuela secundaria y la sustitución por cuatro áreas del conocimiento que exigirían la presentación de los contenidos por equipos interdisciplinarios de docentes. Esta decisión nos presenta un nuevo interrogante en relación a la preparación de los docentes especialmente porqué esta organización y sus modos de resolución demandan un abordaje de los contenidos no desarrollada por los Institutos de formación docente actuales que en nuestro país tienen históricamente una formación disciplinar.
Otros cambios serían la modificación del sistema de evaluación que mutaría a un sistema por créditos en las diferentes áreas y ciclos y que el último año, el 50% del tiempo escolar estaría destinado a la aplicación de los aprendizajes en empresas y organizaciones según talentos e intereses de cada alumno y el otro 50% del tiempo escolar estaría destinado al desarrollo de habilidades y proyectos relacionados al emprendedorismo. Una cosa para tener en cuenta: todas estas propuestas exigen numerosas adecuaciones organizativas, pedagógicas, normativas que llevan tiempo y mecanismos de consulta, participación y consenso con diversos actores para que pueda implementarse el cambio. Y en este mismo andarivel otra cosa más: la necesidad de articularse horizontal y verticalmente con el nivel medio de todo el país.
Además el proyecto presenta beneficios para los alumnos en relación a la aprobación de dos asignaturas en el Ciclo Básico Común (CBC) de la Universidad de Buenos Aires. Pero esto parece poco probable que esto avance ya que no queda muy claro si ya se realizaron o no los imprescindibles convenios con la Universidad y si esa casa de estudios avalará experiencias de aprendizaje en otro nivel inferior, sin inclusión de nuevos contenidos y en particular para una sola jurisdicción.
Otro interrogante se presenta ante las estrategias de autonomía, autoregulación y autoevaluación propuestas por el proyecto para los alumnos, en especial si consideramos los problemas de falta de inclusión e igualdad educativa y los altos niveles de inequidad que caracterizan al sistema educativo de la Ciudad de Buenos Aires. En particular, cómo se desplegarían esas estrategias con alumnos mayor vulnerabilidad que siempre demandan acompañamientos específicos.
Pero una de las cosas más preocupantes es que alguna de las transformaciones anunciadas no hayan sido acompañadas por procesos formativos de los equipos docentes con suficiente anticipación y profundización. Sin lugar a dudas la formación, la participación y el compromiso de los docentes con los desafíos de los cambios que le imponen a las instituciones esta propuesta desde la política o desde el gobierno son fundamentales para asegurar los objetivos enunciados.
Por último y no menos importante, consideramos que experiencias como la enunciada exigen altos niveles de expertiz, previsión y claridad en la planificación y en las formulaciones como una alta intervención e involucramiento de los actores del sistema, en primera instancia y de actores externos, para los procesos en que quedan involucrados, como es el caso de la Universidad o de las posibles empresas o fundaciones que participarán en la formación de los alumnos.
Estamos seguros que la educación es una de las herramientas más valiosas para mejorar la calidad de vida de las personas y de la sociedad. La escolaridad y especialmente la del nivel secundario son fundamentales para la formación de valores sociales y la construcción de ciudadanía por la cual merecen políticas sustentables, acciones sistemáticas y responsables con controles y evaluaciones integrales para su mejora y adecuación a los nuevos desafíos y demandas.

Susana Martin

La presente nota fue publicada originalmente en Nuevos Papeles el 1 de septiembre de 2017

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